martes, 17 de febrero de 2015

El Requiem De Mozart (Parte II)



La elaboración del Requiem fue dificultosa y entrecortada. En el manuscrito autógrafo (que Constanza había conservado, incumpliendo el contrato) pueden leerse, gracias a la diferencia de tintas, las etapas del trabajo.
Para el Requiem, como para la Misa Mayor en do menor, Mozart procedió de la forma siguiente: fijaba primero, de forma definitiva, la parte vocal con el bajo cifrado y algunas indicaciones de motivos. Luego volvía para poner la instrumentación.
Cuando recibe el encargo en julio, empieza a trabajar: compone entonces el Introito (Requiem aeternam), la fuga del Kyrie (sin el final) y el Dies irae hasta el final del Rex tremendae. Durante una segunda etapa (tras su vuelta de Praga) concluye la instrumentación del Introito y el Kyrie, e impulsa la continuación del Dies irae hasta el final del Confutatis. Más tarde, a partir de octubre, escribe la estructura del Ofertorio (Domine Jesu y Hostias) y vuelve al Lacrymosa del que redacta nueve compases; en el manuscrito todo se detiene en las palabras “homo reus”.

 
Manuscrito del "Requiem", "Dies Irae", de Mozart con añadidos de Eybler, 1791



El examen del manuscrito permite decir con una gran precisión lo que es del propio Mozart y lo que es de otros (generalmente de su discípulo Süssmayer, y en algunos puntos de Eybler y F. J. Freystädtler).

Son obra de Mozart las dos primeras partes (Requiem y Kyrie). Los cinco primeros fragmentos del Dies irae (Dies irae propiamente dicho, Tuba mirum, Rex tremendae, Recordare y Confutatis) son principalmente de Mozart; él mismo ha anotado las partes vocales, el bajo cifrado y algunas indicaciones instrumentales; la orquestación, en su conjunto es de Süssmayer. El Lacrymosa (sexta y última parte del Dies irae) está bosquejado por Mozart, pero solamente hasta las palabras “judicandus homo reus”, y todo el resto es de Süssmayer. Los dos fragmentos que componen el Ofertorio (Domine Jesu Christe y Hostias) son  principalmente de Mozart, en el mismo sentido anterior, y orquestados por Süssmayer. Finalmente, el Sanctus, el Benedictus y el Agnus Dei son por entero de Süssmayer, aunque parte de esta música tiene un nivel tan elevado que ha levantado sospechas entre muchos estudiosos, que piensan que contienen al menos algo de material de Mozart. Para la Comunión final, Süssmayer se limitó a repetir la música del Introito y el Kyrie, sobre las nuevas palabras. Así pues, Mozart compuso un total de 99 hojas en forma de particella. No siguió el orden litúrgico, con lo cual el Lacrymosa quedó incompleto con sólo ocho compases esbozados; hay que suponer que sea la última música que compuso.



En el autógrafo del Requiem, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Austria en Viena, aparecen dos tipos de papel claramente distintos:



Tipo I. Introito (Requiem aeternam)

            Kyrie hasta el compás 45

            Secuencia: Dies irae hasta el compás 10 del Recordare.



Tipo II. Resto del Kyrie

             Resto de la Secuencia (Recordare, compases 11 y ss., Confutáis)

             Fragmento del Lacrymosa (8 compases)

 Ofertorio: Hostias, al final del cual están las últimas palabras que escribió Mozart: “Quam olim da capo” (es decir, repítase la música del “Quam olim Abrahae” del movimiento anterior)



Varios autores han intentado relacionar estos tipos de papel con la siguiente cronología: Mozart empieza a componer el Requiem al recibir el encargo en julio. Utiliza papel del Tipo I. Al poco tiempo se ve obligado a viajar a Praga, y a su regreso comienza de nuevo el Requiem, habiéndosele agotado mientras tanto el papel de Tipo I. Entonces empieza a usar papel del Tipo II. Pero esta división, aunque parece enteramente verosímil, presupone que Mozart dejó de trabajar en La flauta mágica en cuanto apareció el mensajero, escribiendo una parte sustancial del Requiem en forma de particella (añadió la instrumentación del Introito: Requiem aeternam posteriormente, con tinta distinta y posiblemente con otra pluma). Pero todo esto es pura especulación. El uso de diferentes tipos de papel pudo deberse al simple hecho de que Mozart se quedara sin papel del Tipo I en mitad de su labor, o puede ser que Constanza comprara el Tipo II mientras su marido estaba enfermo (lo cual explicaría por qué hay mucha menos música escrita en el papel del Tipo II: Mozart ya empezaba a sentirse débil).



Por tanto, teniendo en cuenta la partitura manuscrita podemos establecer el siguiente cuadro:

                       


Parte vocal
Parte orquestal
Introito
completa
completa
Kyrie
completa
completa
Dies irae
completa
indicada
Tuba mirum
completa
indicada
Rex tremendae
completa
indicada
Recordare
completa
indicada
Confutatis
completa
indicada
Lacrymosa
9 compases
indicada
Domine Jesu Christe
completa
indicada
Hostias
completa
indicada
Sanctus
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Benedictus
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Agnus Dei
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Ahora bien, tras la muerte de Mozart, su viuda, a fin de cumplir el encargo, debió hacer diligencias para que la obra fuera acabada y pareciese haber sido terminada por su marido. Discretamente se dirigió a unos músicos a un tiempo competentes y amigos de Mozart. Primero consultó a Josef Eybler, a quien el Maestro estimaba mucho y que fue a verle regularmente hasta el final. Josef Eybler era mucho mejor músico que Süssmayer, por eso Constanza pensó en él al principio. Tras él, F. J. Freystädtler intentó completar la instrumentación, pero los dos se detuvieron tras el Confutatis. Fue entonces cuando Süssmayer fue encargado de la peligrosa misión de presentar un manuscrito (su escritura se parecía mucho a la de Mozart) en el que la obra pareciese acabada. Este joven alumno de Mozart (tenía entonces veinticinco años) había colaborado con él en la composición de los recitativos de La clemenza di Tito. Según el testimonio de Constanza, y según sus propias afirmaciones, habría recibido de Mozart, durante las últimas semanas de la vida del maestro, indicaciones sobre la forma de concluir el Requiem. Este dato no es muy fiable, ¿por qué, entonces, Constanza pensó primero en Josef Eybler?. Además, en una carta al abate Stadler, Constanza nos da pistas de las limitaciones de Süssmayer: “Cuando Mozart sintió que lo invadía la debilidad, Süssmayer debía leerle a menudo lo que acababa de escribir cantándolo con él y conmigo. Y todavía oigo decir a Mozart a menudo: ¡Ay, ya nos hemos vuelto a detener! Tardarás tiempo todavía en llegar a comprenderlo…”.

Así pues, Süssmayer fue el último que trabajó en el Requiem. Como dato curioso, hay que decir que Süssmayer imitó la firma de Mozart y puso en la partitura autógrafa la fecha de 1792, a pesar de que era generalmente sabido que Mozart estaba ya muerto entonces.


 
Manuscrito de la última página del Réquiem escrita por Mozart (Lacrymosa)


El secreto del encargo estuvo suficientemente bien guardado por el conde Walsegg como para hacer ejecutar la misa el 14 de diciembre de 1793, haciéndola pasar por obra suya. El conde Walsegg había encargado y pagado por anticipado (en gran parte) la obra, exigiendo del compositor el anonimato. La recibió completa tras la muerte de Mozart, y como hemos dicho la hizo ejecutar como si fuera obra suya por los músicos de su capilla. Pero el Requiem se había interpretado ya en Viena en 1792 gracias a Van Swieten. La atribución del Requiem a Mozart fue pronto de dominio público, y el conde Walsegg no pareció inquietarse jamás por ello.

Mientras la Misa circulaba en forma de copias manuscritas no hubo problemas; pero no fueron las cosas tan fáciles cuando se trató de publicarla. En 1799 los editores Breitkopf de Leipzig exigieron de Constanza precisiones sobre la autenticidad del documento (una copia de la obra completa) que tenían entre las manos. Y a partir de ahí comienzan las divergencias entre Constanza, que tenía interés en hacer creer que la partitura se debía únicamente a la pluma de su marido, y Süssmayer, que pretendía que “la mayor parte de la obra” era de él.

El 27 de marzo de 1799 Constanza escribe una carta a los editores diciendo que tiene en su poder el manuscrito que Mozart había escrito poco antes de su muerte y añade: “Os diré hasta dónde es suyo (es decir, hasta casi el final) cuando lo hayáis recibido”. Luego habla de las entrevistas entre Süssmayer y Mozart, ella precisa: “le dijo de qué forma debía realizar la parte final de la obra, cuya parte principal ya estaba compuesto, aquí y allá, en partes separadas. Y eso es lo que realmente hizo el señor Süssmayer”. Aconsejó a los editores dirigirse directamente a Süssmayer. Y eso hicieron. El 8 de febrero de 1800, en una carta a los editores Breitkopf y Haertel, Süssmayer decía que, no queriendo adornarse con plumas ajenas, confesaba francamente ser el autor “de la mayor parte” del Requiem.  A raíz de estas afirmaciones, Constanza y sus allegados se indignaron y las controversias duraron muchos años, antes de que el examen del manuscrito permitiera llegar a las conclusiones ya enunciadas.






Para saber más sobre Mozart y su último año es muy interesante el siguiente libro:

"1791: El último año de Mozart" de H. C. Robbins Landon


Que disfrutes de la música y... Hasta el siguiente post!!



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